lunes, 4 de julio de 2011

BB is equal to IBB?


Dice el librito del beisbol que si tienes corredor en segunda base con la primera desocupada y un out, embaces al bateador y busques inducir una rola ideal para una doble matanza. En su mayoría, y de preferencia, das la base intencional sin arriesgar que algún lanzamiento quede dentro de la zona de strike.

La urgencia y el apremio de llenar la casa se disuelve de pensar en la palabra que retumba aun mis ojos y mi imaginación al pensar y creer que esta oportunidad puede ser la única en mucho tiempo, una oportunidad no solo para igualar las acciones, más bien con esperanza de remontar la desventaja y cambiar el aspecto de la pizarra de este juego a nueve entradas.

El cielo ligeramente teñido de rojo, consecuencia de las nubes que durante todo el encuentro amenazaron el desarrollo y conclusión de esta historia épica y romántica, son fieles testigos y espectadores inquietantes que con todo ánimo esperan un final feliz y que marque el rumbo de la vida futura para ambos equipos, un final que sin lugar a dudas dejará un sin número de enseñanzas, anécdotas, recuerdos y momentos dignos de salón de la fama.

La hora llega y el bateador se presenta, todo parece indicar que el momento de ser caminado a la primera de manera intencional es inevitable. El receptor pasa las señales… pero ¡jamás se pone de pie!, los lanzamientos pasan uno a uno cerca de la zona buena, con cada costura que corta el viento y produce las trayectorias pedidas en la danza de dedos y muñeca, puede respirarse en el ambiente una tensión que mantiene expectante el momento del error y por ende de las ganas de hacer historia.

Son cuatro lanzamientos que desafiaron al destino, cuatro intentos que dejan las hojas en blanco listas para ser atacadas con los tablazos de las letras y la tinta en un capítulo más del relato beisbolero del día; son cuatro los lanzamientos que equivalieron a 90 pies en un movimiento directo a la primera almohadilla, esa almohadilla que significa la primera de cuatro escalas que son necesarias para llegar a la tierra prometida, esa tierra que tiene forma de casa, de corazón, de ti.

El rancho está ardiendo, la casa está llena, no cabe nadie más en los senderos que llevan a tu corazón. Se prepara el lanzador. Acepta la señal. Cuenta cada una de las 108 costuras que conforman la pelota. Presenta de costado, aunque pudiera hacerlo de frente. Viene el lanzamiento. Sesenta y un pies de sinfonía rotacional hacia el plato. Es el momento de la verdad. Es el primer lanzamiento. Es el que dice todo. Y ahí va…

El sonido de la madera rompe no solo la barrera del oído, rompe las cadenas del miedo, de la desolación; le brinda a la esperanza la chance de volver a creer. La pelota es conectada, y la jugada; la jugada es simplemente cuestión de imaginar.

#KZJ